Adiestramiento


Educación básica del cachorro
El comportamiento en la calle
Tipos de adiestramiento
Obediencia sin correa
Traída y depósito de objetos



Educación básica del cachorro

Una vez aceptado, por el consejo de familia, el perro en casa, la mayoría de nosotros decidimos comprar o adoptar un gracioso pequeñuelo de dos o tres meses de edad.
Aquí comienzan los problemas para los no iniciados, y surgen las discrepancias sobre la forma más adecuada de educar a nuestro perro.

¿Cómo evitar que llore por las noches? ¿Por qué elige la mejor alfombra para hacer sus más groseras necesidades fisiológicas? ¿De que manera hemos de convencerle para que acepte el rincón que le hemos destinado?

Estas y otras cuestiones han de surgir, inevitablemente, y pueden ser solventadas conociendo la fisiología del cachorro y dedicándole bastante tiempo y cierta constancia.

El pequeño, cuando es separado de su madre y hermanos, sufre un lógico y evidente stress , que hay que mitigar y comprender. Le asignaremos una cesta, previendo el tamaño definitivo del animal, acorde con su raza o antecesores, en su caso, y sobre ella dejaremos una toalla o prenda lavable que haya estado en contacto con la madre.

De esta forma, el animalito acudirrá a ese sitio de olor familiar, permaneciendo acurrucado en el mismo. El lloriqueo nocturno, o cuando está solo, puede intentar paliarse, situando junto a la cesta un reloj despertador de cuerda, que con su acompasado tic-tac acompañará al cachorro, recordándole los latidos del corazón materno. Aun así, el perrillo intentará conseguir la compañía de sus amos, durmiendo en la alfombra o, lo que es peor, en misma cama de sus propietarios. Esta costumbre, una vez iniciada, será difícil y traumática de erradicar, y solo cabe la energía inicial, no permitiendo esas primeras noches que el animalito se salga con la suya..., ablandándonos el corazón con sus lamentos.

A fuerza de paciencia se consigue que nuestro joven pupilo admita su cesta y el rincón que se asigne, aprovechando los trucos ya mencionados de la toalla y del despertador o, tal vez, dejando que, cansado de lloriquear, acepte su nueva situación.

El problema de las necesidades del cachorro podría llenar un volumen completo sobre consulta respuestas y recetas más o menos milagrosas para que el animalito se contenga en casa y evacue en la calle. Es fundamental, a este respecto habituar a nuestro joven amigo a efectuar evacuaciones en la tierra de espacios adecuados o, por lo menos, en la de los alcorques de los árboles de las avenidas ciudadanas.

Contentarse con que la vía pública sea una letrina canina es poco civilizado, sucio y absolutamente irresponsable por parte del amo.

Naturalmente, este capítulo supondrá una dedicación y paciencia constantes, durante los primeros meses, que posteriormente nos compensará la posesión de un perro limpio y civilizado.
La frecuencia de comidas del cachorro de dos meses es de cuatro a cinco diarias, y ha de bajársele a los lugares indicados, en brazos, inmediatamente después de cada toma.Además, si cada tres horas, incluso por la noche, se saca al perrillo a la tierra, en la calle, pronto se habituar a no orinarse en la casa.

Cada vez que el pequeño haga correctamente sus deposiciones se le premiará con caricias y palabras cariñosas. Aun con todos estos desvelos puede ocurrir que el animalito ensucie en casa, pues bien, no debe nunca restregarse el hocico del perro por la suciedad ni pegarle, esto sólo conseguirá desconcertarle y tornarle nervioso.

A lo largo del desarrollo, la dentición y su muda supone, muchas veces, la manía, por parte del cachorro, de morder todo lo que encuentra a su alcance. Como norma básica, no debe dejarse mucho tiempo solo al perrito, y es conveniente ofrecerle un hueso de goma endurecida, que será a la vez juguete y terapéutica para sus dientes.

Una de las manías más molestas de gran número de perros consiste en saludar a sus amos y visitantes, poniendo sus patas delanteras sobre la persona y dando saltos y cabriolas a dos patas. Esta costumbre, que puede calificarse cuando menos de molesta si se trata de animales adultos de razas de gran tamaño, se evita desde su comienzo pisando, el amo, con suavidad, los dedos de las patas traseras cada vez que el animalito se abalance..., en pocos días, la fea costumbre habra sido relegada y el can adoptará otras actitudes de bienvenida tan efusivas pero menos pesadas.



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El coportamiento en la calle
Otra de las primeras enseñanzas que deben impartirse a nuestro joven perro es la absoluta obediencia a la llamada del amo. El cachorro en la calle pronto comienza a corretear, a seguir a determinadas personas e, incluso, a intentar jugar con otros congéneres.

Las ordenanzas municipales, en casi todos los países, exigen que los perros siempre caminen sujetos por la correa que debe portar su amo. Sin embargo, y aunque esto sea lo preceptivo y deseable con animales adultos, al pequeño debe habituársele a bajar suelto, pero sin despegarse del costado izquierdo de su amo.

Esta lección, no siempre fácil de aprender, deberá ser impartida en cada uno de nuestros paseos, castigando sin dureza y alabando efusivamente los aciertos de nuestro joven amigo.

Este tipo de educación primaria debe combinarse con la automática respuesta a la llamada. En este punto de educación,el carácter del animal juega un papel muy importante, hasta el punto de que muchos ejemplares aprenden casi solos y otros, los distraídos, se empecinan en hacer caso omiso a la llamada del amo y solo vuelven cuando quieren.

Una característica primordial que debe considerarse casi regla de oro es no pegar nunca al animalito ni regañarle cuando se aproxime a nosotros, por más que lo haga, tras largo rato de huida.

Muy al contrario, debemos halagarle y estimularle cada vez que decida volver con el amo.
El comportamiento de huida o desobediencia a la llamada provoca, y lo decimos por experiencia, en el propietario un sentimiento de rebeldía y frustración que hemos de dominar a toda costa.

¿Cómo hacer volver a un perro que se marcha y no atiende a nuestra llamada? En primer lugar, nunca deberemos correr hacia él, ni perseguirle.

El mejor sistema es el desprecio aparente y volver sobre nuestros pasos dando la espalda al animalito, claro que a veces, el cachorro se entretiene y despista durante largo rato antes de darse cuenta que está solo. En este momento, al pequeño rebelde se le cae, literalmente, el mundo encima, gime, trota buscando desesperadamente a su dueño entre los paseantes y asocia el mal rato con la travesura cometida.

Este lapso de tiempo debe ser cubierto por un amigo, desconocido para el perro, que tenga siempre localizado al animalito. De esta forma, repitiendo el tratamiento si es necesario, suele conseguirse, cuando menos, que el perro no nos pierda de vista y acuda en el momento en que aparentemente le demos la espalda.

La obediencia a la llamada en los ejemplares que de forma regular tienen el comportamiento antedicho, deberá ser resuelta en el adiestramiento específico con ayuda de un profesional.
La conducción del perro con correa es otra de las primeras fases de educación básica.

La trailla puede ser metálica, con manija de cuero suave o de cuero liso o trenzado, aunque modernamente se utilizan otras de fibra sintética que pueden alargarse a voluntad y pueden ser recogidas poco a poco mediante un ingenioso mecanismo.

No obstante, somos más partidarios de los modelos clásicos, sobre todo si han de aparejarse a perros gran tamaño.

El animalito debe ir a la parte izquierda de su conductor, adaptándose al paso del amo, sin dar tirones ni frenazos bruscos, ni, por supuesto, arrastrar al amo.
Muchos animalitos comprenden desde cachorros lo que su propietario espera de ellos y se adaptan maravillosamente a la correa y al collar, pero otros, tercos y nerviosos, se obstinan en ser ellos los que saquen a pasear a sus dueños y no a la inversa.

Tener un perro de esta índole se convierte en un peligro físico y en una auténtica tortura. Los paseos no son ratos agradables, obligaciones enojosas y forcejeantes.

Hay tener muy en cuenta, en contra de la opinión generalizada, que este molesto defecto no se corrige solo con la edad y, muy probablemente, solo podrá agravarse llegando a ser consustancial con el can.

La corrección y perfeccionamiento del paseo del perro sujeto con la correa debe iniciarse desde los cinco o seis meses de edad del animalito, utilizando, si fuera preciso, collares de pasador que asfixian al cachorro cada vez que tira indebidamente, pero el mejor sistema es el golpecito suave en el hocico, a la vez que se pronuncia un no brusco.

Cuando el perro vuelva a dar un tirón se insiste en la voz no con otro golpecito. Los pasos correctos al aire del amo se deben premiar con palabras cariñosas y palmaditas suaves.

De esta forma, con paciencia, pero sin ceder en ningún momento, se logrará un adiestramiento básico de convivencia, que hará de nuestro animalito un ser querido con el que estaremos deseando compartir el menor rato libre y que, si lo deseamos, podremos someter a una educación más refinada, a un bachillerato que lógicamente deberá impartir un adiestrador experimentado.



Tipos de adiestramiento

Las normas básicas de convivencia que podemos nosotros mismos enseñar a nuestro perro, salvo casos excepcionales, suelen bastar para la mayoría de los aficionados. No obstante, un perro puede educarse muchísimo mejor dependiendo ya del carácter y las facultades del animal y de la escuela en la que se le enseñe.

Los perros de caza, en función de su raza y utilización, necesitarán una educación cinegética, los pastores requerirán el aprendizaje y la práctica en la conducción de rebaños y todas las funciones propias de estos abnegados seres.

Las razas de guardería y defensa han de ser condicionadas para proteger la vida y bienes de sus amos y para observar una obediencia absoluta a las órdenes de viva voz o por gestos que les comuniquen sus propietarios.

Otros perros pueden aprender multitudes de trucos, e incluso ser utilizados por las fuerzas de salvamento de organizaciones internacionales como especialistas en rescates o acompañantes de ciegos y enfermos.

Estos adiestramientos especializados no pueden describirse en pocas páginas, y deberán siempre ser realizados por personas expertas que conozcan todas las reacciones de los canes.


PRUEBAS DE OBEDIENCIA:
Con este nombre se conocen una serie reducida de ejercicios muy sencillos, en apariencia, pero que, según las razas y los distintos ejemplares, pueden llegar a convertirse en escollos insalvables y podrán señalar, en gran medida, la aptitud del perro para ser enseñado en esta o aquella especialidad.




Obediencia sin correa (La llamada)

Constituye otro peldaño superior en el adiestramiento y puede combinarse con las disciplinas anteriores. En realidad, deben ejercitarse análogos ejercicios, pero con el perro libre.
Durante esta fase, deberán administrarse muchos momentos de expansión, tanto mayores cuanto más joven sea el animal, combinando estos con una palabra clave que indique al cachorro que es libre para jugar, correr e incluso alejarse un poco.

La llamada es un eslabón crucial en todo el proceso de obediencia e incluso básica para el perfeccionamiento de cualquier tipo de adiestramiento. Supone el paso esencial que ha de unir hombre y perro.

La orden de llamada, en el idioma que se elija, ha de ser corta, sonora y fonéticamente distinguible de cualquier otra. Precederá siempre al nombre del perro. Por ejemplo: ven, kazín, deberá modularse en función de la distancia a la que se encuentre el animal y ha de ser ineludiblemente cumplida a la carrera, quedando el can sentado al llegar a su dueño.

El mecanismo de la recompensa es el único efectivo para estimular el cumplimiento de este ejercicio y ha de combinarse incluso la alabanza con la galleta especial para canes o un bombón de adiestramiento, sin azucar, con sabor agradable para los animales.

La desobediencia puede castigarse suavemente mediante una treta psicológica, desentendiéndose aparentemente del díscolo o, en casos de total indisciplina, mediante un pequeño remojón de agua dirigida a presión por el ayudante del adiestrador.

En algunas escuelas se utiliza un collar con dos terminales eléctricos unidos a un radiotransmisor que puede, a distancia, suministrar una descarga de bajo voltaje. Este sistema, usado sin reiteración y como última solución, solo debe autorizarse en adiestradores registrados y nunca por los particulares que podrían, aun sin querer, martirizar a su propio perro.

Aunque esta orden de llamada sea cumplida en cualquier ocasión y de forma inmediata, deberá ser practicada diariamente varias veces, recompensando siempre la llegada con halagos y caricias


Traída y depósito de objetos

Tras la respuesta inmediata a la orden de llamada, puede pasarse en pruebas de obediencia a la permanencia en posición de echado por parte del perro, esta etapa supone que el animal quede inmóvil en el lugar indicado, aunque el dueño o el adiestrador desaparezca de su vista, incluso durante largos períodos de tiempo.

Para comenzar estos ejercicios se necesitan, imprescindiblemente, dos personas. Una, el adiestrador o propietario, que con el perro en obediencia de paseo habrá de detenerse en un lugar cualquiera ordenando al perro que se eche o que se siente.

Cumplido esto y añadiendo la orden seguida tras el nombre del perro, por ejemplo: Kazín quédate o King Stay, debe el dueño alejarse lentamente, corrigiendo al animal cuando quiera levantarse. Esta fase requiere mucha paciencia y un entrenamiento cuidadoso y severo.

Cuando la persona que trabaja con el alumno se vuelva de espaldas a él y camine, otro observador debe vigilar que el can no se levante, y si lo hace así, levantará el brazo avisando al profesor, que de esta forma podrá, con un no enérgico, sorprender al díscolo en plena acción.

Una recomendación importantísima es que jamás, mientras el perro trabaja esperando en posición de Stay, debe llamársele desde lejos.

Como hemos citado anteriormente, la obediencia a la llamada debe ser fulminante y contrarrestar la orden de parada. Por este motivo, cuando el animal, echado o sentado, a veces durante muchos minutos, ve aproximarse al dueño debe permanecer en esa postura hasta que lleguemos junto a él y rompamos la orden, sin olvidar palmadas y halagos.

Un animal joven que obedece la llamada y la permanencia puede aprender rápidamente entrenamientos más especializados.

La traída y depósito de objetos es una lección que los cachorros aprenden jugando con una pelota maciza u otro tipo de juguetes especiales para animales.

El clásico trozo de palo que lanzamos para hacer correr a nuestro perro y él nos devuelve alborozado, moviendo el rabo y saltando para que sigamos jugando, es un ejemplo simple de la facilidad con que puede cubrirse esta etapa de aprendizaje, pero hay que cuidar que los objetos no sean maltratados y que sean escrupulosamente depositados a los pies del amo.